Comenzamos este espacio desde la certeza de que la Vida Monástica hoy, sigue siendo "pulmón" espiritual en la Iglesia. Desde este firme convencimiento, nos gustaría que este lugar fuese un lugar donde reflexionar de forma individual y colectiva inquietudes, dudas, recelos, interrogantes...que puedas estar planteándote en este momento de tu vida.
Ese será el único fin de este espacio. No pretendemos "dictar sentencias" en el ámbito vocacional, pues es algo muy íntimo entre la persona y Dios, pero sí queremos acoger tu inquietudes, pues nosotras ya hemos experimentado lo que tal vez tú estés viviendo en este momento.
Ser Cisterciense hoy, te aseguramos que tiene mucho sentido. En un mundo que se basa en estadísticas, en resultados finales, nuestro modelo de vida pone en el centro de todo a Dios, a un Dios que te acoge y que te acepta tal y como eres. No te pide nada, no te impone nada, no "te da a cambio de", es un Auténtico Padre que desea formar parte de tu vida.
Ser una mujer de vida contemplativa, ser Cisterciense, es aceptar la llamada de Dios desde la renuncia a sí misma, desde el abandono -que no pasividad- en la Providencia de Dios.
Hoy, en una sociedad que aparta todo aquello que no sea rentable, donde sólo el "tener" en sus múltiples facetas tiene cabida, queremos ser fieles a nuestro carisma, "No anteponer nada al Amor de Dios". Él es el sentido por el que lo hemos dejado todo, no para "encerrarnos entre cuatro paredes", sino para desde la más absoluta libertad, compartir en íntima fraternidad el deseo de transformar el mundo desde la oración, un mundo que de forma silenciosa pero evidente tiene deseo de Dios, de dar sentido a la Vida, de encontrar aquello que de forma compulsiva se intenta buscar donde...no está.
Ese será el único fin de este espacio. No pretendemos "dictar sentencias" en el ámbito vocacional, pues es algo muy íntimo entre la persona y Dios, pero sí queremos acoger tu inquietudes, pues nosotras ya hemos experimentado lo que tal vez tú estés viviendo en este momento.
Ser Cisterciense hoy, te aseguramos que tiene mucho sentido. En un mundo que se basa en estadísticas, en resultados finales, nuestro modelo de vida pone en el centro de todo a Dios, a un Dios que te acoge y que te acepta tal y como eres. No te pide nada, no te impone nada, no "te da a cambio de", es un Auténtico Padre que desea formar parte de tu vida.
Ser una mujer de vida contemplativa, ser Cisterciense, es aceptar la llamada de Dios desde la renuncia a sí misma, desde el abandono -que no pasividad- en la Providencia de Dios.
Hoy, en una sociedad que aparta todo aquello que no sea rentable, donde sólo el "tener" en sus múltiples facetas tiene cabida, queremos ser fieles a nuestro carisma, "No anteponer nada al Amor de Dios". Él es el sentido por el que lo hemos dejado todo, no para "encerrarnos entre cuatro paredes", sino para desde la más absoluta libertad, compartir en íntima fraternidad el deseo de transformar el mundo desde la oración, un mundo que de forma silenciosa pero evidente tiene deseo de Dios, de dar sentido a la Vida, de encontrar aquello que de forma compulsiva se intenta buscar donde...no está.