Jornada Monástica
La vida monástica cisterciense es una simbiosis de vida cristiana y evangélica de seguimiento de Cristo, en su unión total con el Padre y la entrega total al cumplimiento de su voluntad y la extensión de su Reino, y que se concreta en la práctica en la aspiración de buscar a Dios, no anteponiendo nada al amor de Cristo, con humildad y perseverancia, confiado y sostenido por la gracia del Espíritu Santo.
Toda la jornada está organizada buscando favorecer la entrega de toda la persona de la monja de forma unitaria y simple a la realización de la voluntad de Dios, como la forma más auténtica de vivir una permanente alianza personal de amor con Él.
Un monasterio cisterciense supone una vida en comunidad. La vida en común es, una invitación permanente a no pensar en sí mismo. Una invitación permanente a la caridad. A pensar en los demás con caridad. Y a sufrir con paciencia las adversidades y las flaquezas de los prójimos.
El silencio forma parte del clima espiritual del Monasterio. Un silencio que es necesario para oír a Dios. Silencio de recogimiento. Silencio exterior. Particularmente, silencio interior.
Toda la jornada está organizada buscando favorecer la entrega de toda la persona de la monja de forma unitaria y simple a la realización de la voluntad de Dios, como la forma más auténtica de vivir una permanente alianza personal de amor con Él.
Un monasterio cisterciense supone una vida en comunidad. La vida en común es, una invitación permanente a no pensar en sí mismo. Una invitación permanente a la caridad. A pensar en los demás con caridad. Y a sufrir con paciencia las adversidades y las flaquezas de los prójimos.
El silencio forma parte del clima espiritual del Monasterio. Un silencio que es necesario para oír a Dios. Silencio de recogimiento. Silencio exterior. Particularmente, silencio interior.