El amor de Cristo ha reunido a un gran número de discípulos para llegar a ser un sola cosa, a fin de que en el Espíritu, como Él y gracias a Él, pudieran responder al amor del Padre a lo largo de los siglos, amándolo «con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas» (Dt 6,5) y amando al prójimo «como a sí mismos» (cf Mt 22,39)
La vida fraterna en comunidad es un don que Dios ha dado a la vida consagrada. Un don que viene de lo alto y que tiene su origen en una vocación divina y en una divina atracción. Quienes reciben la llamada de Dios para vivir una vida de "sobreabundancia de gratuidad", reciben también el carisma para amar a Dios y en El, a todos los hombres, como prolongación de su cuerpo místico.
La alegría y el amor que nos da el vivir con Cristo se comparte en el tiempo de recreación, donde nos comunicamos las experiencias del día, viviendo más profundamente la fraternidad.
La alegría y el amor que nos da el vivir con Cristo se comparte en el tiempo de recreación, donde nos comunicamos las experiencias del día, viviendo más profundamente la fraternidad.